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La utopía inalcanzable

Publicado: 2015-11-08

Voy a comentar dos libros que acabo de leer y tratan sobre Cuba, como espacio, pero sobre todo como ideal de la revolución latinoamericana. Me refiero a Todos se van (2006) de Wendy Guerra y Nuevos juguetes de la guerra fría (2015) de Juan Manuel Robles. Ambos parten de una experiencia personal que los hace volver a la infancia. En un caso, la traumática experiencia de la separación de los padres que vivió Ramos en su infancia en La Habana, en el otro, la educación recibida en una escuela para pioneros en la embajada de Cuba en La Paz, Bolivia. 

El mecanismo que desata o contiene la memoria en Todos se van son los diarios, único espacio de libertad (al menos aparente), que tiene Nieve para expresar lo que siente, para acompañarse y para desfogar vivencias demasiado duras para una niña de apenas ocho años. En Nuevos juguetes es una fotografía de Iván y su hermana Rebeca, vestidos de pioneros, lo que contiene la clave de la incursión hacia el pasado. La memoria como posibilidad científica, pero también como nebulosa, identidad y olvido será parte esencial de las reflexiones del protagonista. En el caso de Guerra, parece haber una transformación de los diarios “reales” en diarios literarios que son el cuerpo de la novela, mucho mejor realizados en la etapa infantil que en la adolescencia donde la necesidad de otra voz limita las posibilidades del texto. En el caso de Robles es la memoria esquiva de Iván y la memoria prodigiosa de su hermana Rebeca, las que se ven a su vez atravesadas por una memoria histórica, que él va recuperando en la medida en que inscribe su propia infancia dentro de un contexto político específico que había ignorado por años.

En ambos casos se hace evidente la decepción de un ideal social, ético y político, que parece no cumplirse o que parece mostrarse en sus amplias contradicciones. El abandono total en el que queda Nieve al estar al cuidado de su padre, su estancia en el orfanato y la precariedad de una vida en que el Padre, como la Patria, la violentan, la abandonan, la matan de hambre y le prohiben la escritura, su intimidad, su propia verdad. En Iván el haber sido pionero parece por momentos un hecho anecdótico con el que ganarse la simpatía de las chicas, su postura sobre lo que representa Cuba no está clara en sí misma, aunque lo estaba para su padre, que era el reportero de Prensa Nueva. También aquí, la recuperación de la memoria es una forma de disputa con el Padre por abrazar un ideal que parece haber traicionado.

Es de destacar, que para bien o para mal, Cuba sigue siendo un referente, un espacio de reflexión sobre el ideal revolucionario, sobre el capitalismo y las formas de enfrentarlo. Ahora que nuevas tratativas se plantean entre Cuba y Estados Unidos, las críticas, los cuestionamientos, las reivindicaciones volverán a surgir o seguirán su largo camino de subidas y bajadas. En mi caso, tal vez al igual que Nieve o Iván, Cuba se entremezcla con mi infancia y por eso es difícil y doloroso pensar desde la total racionalidad y sobre todo sin seguir creyendo en la utopía del mundo mejor, que fue, que era, que es, que será Cuba.

Me recuerdo una y otra vez, con mi amiga Tabata, apretando el play del equipo de sonido para escuchar y cantar a todo pulmón las canciones de Silvio Rodríguez, los temas de Pablo Milanés, sin entender a cabalidad pero confiando, que hay un lugar, que hay un sueño, de poesía y canto, de palabra y consecuencia donde todas las utopías son posibles, donde todos somos iguales y mejores, tal vez porque seguimos creyendo, tal vez porque un día nos hacemos adultos y dejamos de creer para empezar a construir.


Escrito por

Bethsabe Huaman Andia

Escritora peruana. Crítica literaria. Cinéfila. Vegetariana. Lectora de los libros y de la vida.


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