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Pop en la frontera

Publicado: 2015-09-08
Lo primero que me gustó de La reinita pop no ha muerto, de Criseida Santos Guevara,  fue la invitación hacia una doble (o triple) lectura, por el soundtrack de música que lo acompaña. Me recordó mi primer libro de cuentos Sábadopm (Lima: Dedo Crítico, 2003), que venía acompañado de una copia casera de un CD con la música mencionada en los relatos.
Similitudes y diferencias

Así hubo amigos que lo obviaron completamente, otros que se entusiasmaron e hicieron la lectura simultánea y quienes más bien fueron más convocados por la música. Algo similar ocurre con la propuesta de Criseida Campos Guevara y ésta su segunda novela.


Otra similitud es la temática en el sentido de que es una historia de amor bastante adolescente, en la que no ocurre nada trascendental, pero se vive como la catástrofe universal. Esa sobredimensión de una relación inexistente, soportada sólo por el deseo, el deseo del “coño sur”, y muy poco sobre la interioridad, la convivencia, el compartir o algunos proyectos comunes; parece ser parte de una crisis de identidad de la que Lupe es buena representante por estar fluctuando entre dualidades constantes Monterrery/Houston, realidad/ficción, risa/llanto, entre otras.


Junto a esas similitudes hay grandes diferencias que hacen la propuesta de Campos muy interesante. En primer lugar el uso del humor y la ironía, esa sana capacidad de burlarse de sí misma, de aceptar sus más bajos instintos, de decir las cosas sin pelos en la lengua, de hacer de sí una caricatura, lo que habla de una progresiva madurez sobre las relaciones y la vida. Mi libro, en cambio, era muy depresivo (pero era el temperamento de la época, quiero creer). Me parece que, especialmente en los temas del amor, es muy saludable esta escritura que es también una forma de exorcizar fantasmas históricos, ese peso del sentimentalismo femenino que tiene tan antigua data y que nos ha heredado heroínas suicidas, abnegadas amantes, sufridas enamoradas.


Ese humor además conlleva una crítica muy sutil pero profunda sobre los preceptos del feminismo y del lesbianismo. Lupe se da cuenta dónde están los puntos débiles, entre ellos su propio rol político más guiado por la arrechura que por la convicción, como ella misma dice abiertamente “Mientras más ojetadas neoliberales hacía en la oficina, más sexy me parecía”(56). Es una forma de transparentar las pulsiones más básicas, de tomar la lucha, aligerándole el peso dramático y haciendo ver que parte de sus mayores dificultades están en ese núcleo duro de nuestro interior que sigue haciendo atractivo todo lo que es negativo y contraproducente en lo personal, en lo social y en lo político.


Lo que me gustó menos fue el desarrollo de la trama en sí, algunas lagunas y sobreentendidos hacen de la historia algo confusa y sin sustento. Lo que la respalda es la agilidad de la pluma, el humor, la imaginación y también la música que nos resuena en los oídos todo el tiempo. A su vez me parece que por momentos su manera de perfilar a Inés podría caer en cierta objetivización que se contradice con una poética queer con la que el texto dialoga sin llegar a adoptar del todo. Por ejemplo cuando menciona “Las dos me caían bien y de haber sido yo un macho desbocado me habría parecido seductora la idea de flirtear con las dos y tener un trío”(37). Esta mención en negativo puede pasar por afirmación, por deseo oculto que es políticamente incorrecto asumir. Curiosamente un pasaje similar en el que hago referencia al ménage à trois aparece en mi libro y creo que tiene el mismo efecto, por lo que es también una crítica que me toca a mí misma (al menos sobre ese libro, ahora ya un poco lejano).


Esta su segunda novela, como la primera, fue galardona con el premio Literal Latin American Voices, ya antes había recibido mención en el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras (2008) por Rhyme y reason, en la que también aparecían algunas de las constantes observadas en La reinita pop, como la música y el desamor. Me parece también estimulante el modo en que Criselda le quita dramatismo al tema de la homosexualidad, al de la mujer, al de la vida, sin dejar de señalar las drogas, la violencia y la precariedad como los principales problemas que circundan a sus personajes.


Escrito por

Bethsabe Huaman Andia

Escritora peruana. Crítica literaria. Cinéfila. Vegetariana. Lectora de los libros y de la vida.


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