Marcha por la hipocresía
El sábado 22 de marzo del presente año se realizó una marcha por el Día del niño por nacer en Lima (y otras ciudades del país) que convocó a multitud de personas desde tempranas horas del día, las que desfilaron por avenidas principales de la capital. No es la primera vez que esta marcha se realiza, pues desde el 2009 han habido otras, pero sí es la que ha tenido mayor afluencia. Algunos medios señalan medio millón de personas. Lo que más ha llamado la atención es la gran cantidad de escolares uniformados, en representación de sus colegios en la marcha. Al respecto me gustaría señalar algunos puntos:
El Estado debe garantizar la separación entre Iglesia y Estado, la participación de escolares de colegios estatales da cuenta que se han utilizado recursos públicos para promover una determinada corriente religiosa y de otro lado para inducir u obligar a los escolares a participar, lo cual va en contra de la ley, sin mencionar, claro, la reprochable manipulación de los menores y escolares.
Se ha incumplido con el artículo primero de la constitución que dice que el Perú respeta la libertad de culto y que la forma de pensar no debe ser causa de discriminación ni de rechazo de parte del Estado. Por tanto, el Estado debe garantizar que se piense lo que se piense, se pueda vivir en paz en el país. Sin embargo, como han notado algunos comentaristas, esta marcha no tuvo presencia policial porque no se considera un “peligro” para la sociedad. Sin embargo, las marchas que luchan por la despenalización del aborto sí tienen presencia policial. El Estado ha dejado así claramente establecido que sólo hay libertad para quienes piensan en los términos que el Estado favorece.
¿Por qué hacer una marcha por el “niño por nacer” en un país en el que el aborto está penalizado en todas sus formas y donde aún la única forma de aborto legal, el terapéutico, no se aplica en los centros de salud? Al parecer sólo por el hecho de que se ha conversado o se ha anunciado un protocolo que haría efectivo el aborto terapéutico en el país. En realidad es un alarde de poder y de dinero.
El Perú tiene compromisos internacionales en favor de la igualdad, en contra de la discriminación y de la violencia hacia la mujer (CEDAW, Conferencia de Beijing). Los países llamados del primer mundo, de los que el Perú suele copiar sus modelos de desarrollo, cuentan con leyes en las que el aborto no está penalizado. Pero además, entre las recomendaciones que ha recibido el Perú para combatir la discriminación está incluido el cambio de la legislación sobre el aborto. Es decir, no sólo incumple obligaciones con los organismos internacionales, sino que en materia de combatir la discriminación contra la mujer se mantiene independiente y asume criterios propios, contrarios a los estándares internacionales.
Además de los mensajes manipuladores es preocupante la fuerte misoginia implícita en el hecho de priorizar al cigoto frente a la mujer que decide sobre su propia vida. Se le obliga a la mujer a continuar un embarazo aún si este fue producto de una violación. El Perú tiene un largo y triste prontuario de violaciones, un pasado de violencia durante los años de la guerra interna peruana en la que tanto el Estado, a través de sus fuerzas armadas, como los grupos subversivos perpetuaron la violación masiva de mujeres en diversas zonas de nuestro país. Como consecuencia de esos hechos, el Perú hubiera tenido que despenalizar el aborto en consideración a las miles de mujeres torturadas y violadas sexualmente. Pero NO, al país no le importan esas mujeres violadas, ni las presentes, ni las futuras. El mensaje es QUE SE AGUANTEN. ¿Por qué? Porque como ha dicho la oficialidad de la Iglesia católica recientemente, un aborto es un pecado mayor que una violación. Curiosamente los abortos los ejercen las mujeres pero las violaciones las realizan los hombres, las que pueden derivar en un embarazo no deseado. ¿Se ex colmulgará a los hombres que violan? ¿Se castigará a los hombres que violan? ¿Se marchará en contra de los hombres que violan? NO. El mensaje de esta marcha por tanto es discriminatorio, a favor de los hombres y la impunidad de la violación y en contra de las mujeres que sufren violencia sexual.
Esta marcha lo que alimenta es la hipocresía porque el aborto siempre se ha realizado, se realiza y se seguirá realizando por más marchas que hayan. La única diferencia es que las mujeres de bajos recursos seguirán muriendo por tener que abortar de manera clandestina mientras que las mujeres con dinero, con poder adquisitivo, seguirán abortando sin poner en riesgo su vida. Lo que esta marcha alimenta es esa hipocresía de la desigualdad social por la que la vida es un valor sólo para los que pueden pagarlo y la muerte sigue recayendo en los más desprotegidos. Esta marcha está a favor de los hombres violadores, de los padres y familiares violadores y deja desprotegidas especialmente a las niñas, jóvenes, mujeres de bajos recursos que sufren violencia familiar o que sufren violencia sexual en sus lugares de residencia.
Hay quienes llaman a esta marcha también "Marcha por la vida", pero en este caso la vida está limitada al cigoto, esa es la definición que de vida tienen la mayoría de estos grupos religiosas que son la cabeza de esta marcha, entre ellos el cardenal Cipriani. Hay otras formas más amplias de entender la vida, la vida de las mujeres violentadas, la vida de toda mujer que como persona adulta y consciente es capaz de tomar decisiones sobre sí misma, la vida de las comunidades amenazadas por la minería, la vida de los grupos indígenas amenazados por el Estado que está concesionando sus territorios a empresas privadas.
Que quede claro que esta marcha no es ni siquiera una marcha por el “niño por nacer”, esta es una marcha de grupos religiosos extremistas en contra de las mujeres que deciden sobre sí mismas. ¿Por qué tanto alboroto por mujeres que deciden sobre sí mismas? Porque el poder se sigue pensando desde el cuerpo de los hombres y se sigue ejerciendo sobre el cuerpo de las mujeres. Esta marcha del 22 de marzo ha demostrado que Lima es una ciudad gobernada por una visión patriarcal machista y masculinista. Ese es el verdadero mensaje.